Angela Davis @ Brazil LAB

Luto y lucha: homenaje a Marielle Franco en la Universidad de Princeton

En los días 14 y 15 de marzo, el Brazil LAB de la Universidad de Princeton recibió a académicos y activistas de Brasil y los Estados Unidos en el Simposio “Black Feminisms Across the Americas: A Tribute to Political Activist Marielle Franco.” Más de 300 personas asistieron al encuentro, que reunió a Mônica Benício, Giovana Xavier, Tianna Paschel, Imani Perry, Carolyn Rouse, Aisha Beliso-DeJesús, Fernanda Chaves, Mário Medeiros, Marília Librandi y Jamille Pinheiro Dias, además de Angela Davis, quien pronunció la conferencia principal. El evento se llevó a cabo en el aniversario del asesinato de Marielle Franco, paralelamente a homenajes y eventos similares que acontecieron en varias partes del mundo. 

[Artículo originalmente publicado en 80 Grados. Traducción Jonathan Aguirre y Arcadio Díaz-Quiñones]

Recuerdo la noche del 14 de marzo del 2018, cuando un amigo me envió el mensaje: “Mataron a una concejal del Partido Socialismo y Libertad en Río”. 

Durante la semana en que organizamos el simposio en Princeton en homenaje a Marielle Franco, pensé varias veces en el movimiento que lleva al cuerpo a transformarse en símbolo. El anonimato de la concejal duraría poco: como una mecha, Marielle ganó nombre, cuerpo, historia, hasta convertirse en el símbolo de una época. 

Organizado por el Brazil LAB de Princeton, el simposio internacional reunió a académicos y activistas para debatir sobre los feminismos negros y los peligros que atraviesan la democracia en Brasil y en el mundo. Y como dice el poeta que “de todo siempre resta algo”, yo conservaré para siempre en mi memoria el encuentro entre Angela Davis y Mônica Benício. 

De un lado, Angela Davis, la filósofa e ícono del movimiento internacional negro, con la serenidad de quien se ha enfrentado a la derrota y al riesgo con valor a lo largo de toda su vida. Del otro, Mônica Benício, la arquitecta y activista cuya historia de amor con Marielle fue brutalmente interrumpida por la muerte hace apenas un año. 

En la sala donde tuvo lugar el simposio, el dolor estaba en el centro de todo, silencioso y omnipresente. Las frases de Mônica fueron difíciles de terminar, porque el llanto atropellaba y ocupaba cada palabra creando un silencio que casi se podía palpar. Sin embargo, ello no impidió entender lo que ella decía. Como bromeó la propia Mônica al día siguiente: si hubo mensaje, entonces hubo una frase!

El esfuerzo de Mônica Benício por convertir el luto en verbo (en portugués, “luto” también significa “lucho”, más allá del luto) revela un profundo esfuerzo de transformación política y personal. Al escucharla, se perciben las dos luchas que se desarrollan en ella simultáneamente. De un lado, el esfuerzo privado e interior por apaciguar el demonio de la muerte y el fantasma de la pérdida. Del otro, la lucha pública por escapar el papel de “la viuda de Marielle”, sin jamás rechazar el poderío contagioso del símbolo Marielle

“Marielle presente” es una cosa para nosotros, ciudadanas y ciudadanos que admirábamos su lucha. Pero es otra para quien ya no puede esperar su regreso al final del día. El símbolo retorna a cada instante. Pero el cuerpo, con su calor, su toque, su olor, su sonrisa, todo queda en el pasado. 

El abrazo entre Angela Davis y Mônica Benício no fue solamente un punto importante en la historia del feminismo internacional. Fue también el reconocimiento del dolor que queda en el camino pidiendo ser recordado. Es parte de la memoria colectiva el poder enlazar una red interminable de Marielles, Dandaras y Marias – para recordar la samba de la Mangueira del último carnaval en Río, que fue cantada en Princeton, mientras Angela Davis se mecía de un lado a otro, discreta, al fondo de la sala.

Los símbolos sobrevolaban nuestro encuentro. Al abrir el simposio, Marília Librandi nos recordó que Carolina Maria de Jesus nació también el 14 de marzo, hace más de un siglo. En su conferencia, Angela Davis también habló de Carolina, recordó el encuentro que tuvo con Lélia Gonzalez en la década de los 80, y rememoró a las intelectuales negras latinoamericanas. Nos sugirió que el sentido del colectivo no será una abstracción siempre que se evite romper la red de la memoria, cuando la cadena simbólica de la lucha todavía brille en el habla y en la acción de los que pasaron, de los que ahí están y de los que vendrán. Marielle no está sola en las corrientes de la memoria colectiva. 

“Yo soy porque nosotras somos” y “En la acción nos encontramos” son consignas que fueron discutidas en el simposio. La interseccionalidad implicada en ambas muestra que la práctica política colectiva es capaz de trascender las identidades porque hay un terreno común en la lucha, que puede ser de todas y de cada uno. Cuando las mujeres negras se mueven, el mundo entero se mueve con ellas: esa exhortación de Angela Davis fue evocada en la apertura del simposio. 

Otro tema que atravesó el diálogo en Princeton fue la escucha y la política. Como dijo Fernanda Chaves, amiga y asesora de Marielle, quien estaba con ella y Anderson Gomes en el carro en el momento de la masacre, la política de Marielle se basaba en la acogida y en la posibilidad de escuchar. Cuando su trabajo con las familias de los policías asesinados en Río de Janeiro fue recordado, Mônica Benício recalcó que “el dolor no puede ser jerarquizado”. 

Más allá de todas las jerarquías y de toda clasificación posible, el dolor retorna, y hay que lidiar con él. Mônica elabora su luto de diferentes maneras. Una de las más notables es el juego con la materialidad de la pérdida. En cada lugar que visita, ella toma una foto de una pequeña muñeca de trapo, una pequeña Marielle. Mônica nos contó que ella y su compañera planeaban viajar al exterior cuando Marielle fue asesinada. En Princeton, la pequeña Marielle de trapo posó al lado de una foto de Michelle Obama, quien fue alumna en esta universidad.

Los símbolos son mudos, pero tal vez no estén del todo muertos. 

A cierta altura del simposio, la fotógrafa Daiane Tamanaha notó que Mônica Benício mantenía su mirada fija en su propio brazo, donde tiene un tatuaje con el rostro de Marielle. En la foto, Angela Davis toma apuntes y está atenta a la mesa redonda donde se discutía el feminismo negro norteamericano. Mônica, a su lado, miraba hacia abajo, inmersa en el silencio, mirando y acariciando la imagen resplandeciente de Marielle Franco. 

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